EL MOTOR DE UN BARCO.

Falló y nadie pudo repararlo, por lo que contrataron a un ingeniero mecánico con 40 años de experiencia. Inspeccionó el motor con mucho cuidado, de arriba abajo.
Después de revisar las cosas, el tipo metió la mano en su bolso y sacó un pequeño martillo. Golpeó suavemente algo. Al instante, el motor volvió a encenderse. ¡El motor estaba arreglado!
7 días después, los propietarios recibieron su factura por $10,000. “¡¿Qué?!” —dijeron los dueños. “Casi no hiciste nada. Envíanos una factura detallada”.
La respuesta simplemente dijo: Golpeando con un martillo: $2.
Saber dónde tocar y con cuánta fuerza tocar: $9,998
Moraleja: Se cobra por lo que se sabe, no por lo que se hace, así que por favor, respeta el trabajo de los demás.
Vale la pena reflexionarlo.

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