LA SENTIDA MIRADA DE SUSANA MAQUIEIRA ORTUZAR VECINA EXALTACRUCEÑA, ESCRITORA, RESIDE EN CAMBRILS, BARCELONA, ESPAÑA DESDE HACE AÑOS.

A veces la distancia no sólo es de espacio, sino también de tiempo.

Mirando al mar y a la montaña desde el balcón pienso de dónde soy y todo lo que ha pasado desde aquel día.

Escucho las noticias del país donde ahora vivo y de donde se aloja mi corazón y veo que las realidades, a veces, no son tan diferentes, mas cuando pasan cosas que nos afectan a todos.

Me remonto en mi memoria a hace treinta años cuando en Argentina llevábamos diez años de democracia, afianzándola de a poco y con ciertos miedos reapareciendo cada tanto y hoy es como sí ese tiempo hubiera vuelto, con revueltas, falta de trabajo, inseguridad, inestabilidad, desconfianza, desganas y angustias, pero latía en lo íntimo de cada uno la esperanza de poder continuar, la creencia de que todo volvería a ser mejor. Había, sí, un empuje, que hoy no veo, porque se estaba gestando una sociedad distinta a nivel país, local y sobre todo a nivel personal. Parecía que todo mejoraba, que había más compromiso de la gente por cambiar aquello que estaba mal, de que hubiese más oportunidades, que realmente se realizara un cambio desde las bases. Y así lo íbamos gestando.

Desde España, EPOCA recogió las sensaciones de Susana Maquieira. Emocionada, ante la celebración de los 30 años de la creación del Pequeño Hogar Exaltación en la que tuvo que ver, y que desde entonces cumple una inmensa y muy ardua tarea cobijando y albergando a menores en situación de riesgo.

Tres amigas, trabajando en una esquina de Capilla del Señor, empezaron a ver que el verdadero cambio no era desde las bases, sino desde la superficie;empezaron a investigar, a comprometerse y a descubrir o mejor dicho a revalidar que los más marginados, los que están alejados de las ciudades o pueblos, los que quedan aislado siguen siendo los que más problemas tienen, por falta de educación, de trabajo, de apoyo emocional y social.

Y comenzaron a convocar a representantes de los pueblos vecinos y del pueblo cabecera de distrito. Les contaron lo que pasaba con las familias marginales de la sociedad, con los niños y familias en riesgo, lo que se hacía con la venta de bebés a nivel nacional y local, comenzando entre todos una tarea titánica.

Convencer a los demás de esa realidad fue duro: al Juez de menores, al intendente, a la misma sociedad. Pero continuaron y fueron muchos, muchísimos los que las apoyaron y se involucraron. Se crearon redes en la sociedad, se unieron profesionales de diferentes ámbitos, instituciones, políticos, comerciantes,artistas, deportistas, padrinos, tutores, pero sobre todo la gente que creyó en el proyecto.

Fue realmente duro. Sin recursos se peleó peso a peso: empanadas, escabeches, maratones de radio, tallarinadas, bailes, stands, conciertos, fiestas, cenas benéficas, rifas, carnavales… Se alquilaron casas: alquileres que a veces se atrasaban, pero en todo momento paciencia y apoyo.

Se recibió una donación de un edificio hermoso y enorme con mucho terreno, pero había que terminarlo.

Llegaron más personas, algunas seguíamos, otras ya se habían marchado.

Más fiestas, más donaciones, más trabajo, más niños, más problemas, pero muchas más satisfacciones.

Y los años se acumulaban en la historia de este grupo y de este proyecto. Hoy a treinta años de aquellas primeras mujeres, una sola de ellas queda firme al mando de ese barco que se hace cada vez más fuerte y que demostró con el tiempo que las cosas sí cambiaban, pero que no todas eran a mejor. 

Supieron ver lo que se venía y pusieron un remanso entre tanto dolor, desprecio por la vida del otro, por sobre el materialismo y el egoísmo. 

Muchas veces me pregunto si no dejamos de lado a nuestras familias por darles una a esos niños, aunque viendo que han pasado treinta años y el proyecto sigue ofreciendo lo que deseábamos: amor, respeto, educación, contención y certidumbre estuviera quién estuviese, que lo importante no éramos nosotros sino la institución y su función social, puedo decir que no dejamos de lado a nuestra familia, sino que se creó una grande, inmensa, llena de valores, moral y ética.

Desde mi ventana sigo viendo el mar y la montaña, pero entre lágrimas de nostalgia, emoción, recuerdos y reconocimiento, mezclado con felicidad y alegría veo la silueta del Pequeño Hogar “Exaltación” con su sol pintado en la fachada, a la entrada, recordándonos que cada día trae consigo una esperanza.

Mis respetos y saludo fraternal a todos y cada uno de los que hoy se representan y representan a los de ayer, a los que siguen, a los que se fueron de este plano  y nos guían con el ejemplo que dejaron, los que se están uniendo… a todos. FELICES TREINTA AÑOS, ASOCIACIÓN CIVIL “EXALTACIÓN DE LA CRUZ”, para menores en situación de riesgo social. FELICES TREINTA AÑOS, PEQUEÑO(GRAN) HOGAR.

 

 

 

pd: "Fuimos las locas" -como dice Susana- del proyecto
para crear el Pequeño Hogar Exaltación: Mónica 
Cuneo vda de Aner "la única que sigue al pie" (resalta
Maquieira); Otilia Massuco y yo; junto a mucha gente
hermosa de Capilla del Señor.

 

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