NOTA OPINIÓN. Raúl Silva (periodista y editor de Los Cardales).
Muchos de los que albergan un odio por los gobiernos populares, los que llevan adelante políticas que favorecen la calidad de vida de los trabajadores, de los pobres y reconocen y defienden sus derechos, sin advertirlo se están odiando a sí mismos.
El desclasado es un estado de inconsciencia que evita el reconocimiento y aceptación de su propia clase social, y consecuentemente se deslumbra ante la posibilidad de instalarse en un nivel superior, para mirar por encima de su hombro a quienes no pueden acceder. Esta patología se da en los que consumen con impudor, anuncios atractivos y seductores, en la creencia que ese privilegio los incluye a ellos, y cuando advierten la trampa ya es tarde, pero admitir el error cometido, no se encuentra dentro de su revisión de conciencia, por lo tanto siguen tras la consigna «Viva la Libertad Carajo».
Raúl Silva.
Más tarde negarán su responsabilidad con el voto (…yo no lo voté), luego desestimarán el hambre del pueblo, apoyando la idea que hay que «darles tiempo», como si el hambre pudiera esperar, y finalmente convocarán a la unidad del pueblo para transitar estoicamente un tiempo de miseria y sacrificio en pos de una prosperidad y alegría que nunca llegará.
Mientras tanto Milei y sus socios hartamente reconocidos en el ámbito político, y en la destrucción social, afirmarán que con heroísmo están salvando al país de una hiperinflación inexistente, y que el 25,5% de inflación es un «numerazo», a pesar que el anterior gobierno lo llevó a 12%, y la ingenuidad de un 56% de los votantes argentinos, en la búsqueda de «un cambio», reclamaba efusivamente, sin reparar que hoy Milei lo llevó a más del doble.
Palabras como «el derrame», que es una suerte de juntar las migas que se caen de la mesa de los ricos. «La lluvia de dólares», que solo existió con el FMI que dejó una deuda impagable, como un ancla que no permite el desarrollo, salvo el de aquellos que se lo llevaron. «La revolución de la alegría», claro, la alegría de las corporaciones económicas, que se hicieron más ricos. «Los brotes verdes», mustios en 2019.
Hoy recalamos en nuevas definiciones tentadoras, «Viva la Libertad Carajo», la destrucción de una «casta», que no era la que creíamos, sino nosotros. «La dolarización», que nos llenaba los bolsillos de billetes verdes??? Y «El cambio», término éste que subyuga y entusiasma, y por lo tanto muy usado por la derecha conservadora. Y la liberación del mercado, que nunca equilibrará la balanza comercial en favor de los pobres y los trabajadores, sino que producirá y produce que el dinero circulante en los bolsillos del pueblo, no alcance para llevar el pan a la mesa familiar.
La pregunta es: ¿Llegamos a darnos cuenta del error cometido?, ¿Realmente estamos persuadidos de un crecimiento que no llega ni llegará como pasó siempre? ¿De verdad creemos que únicamente los pobres serán llevados por esta corriente de destrucción? ¿Nos dimos cuenta en que manos pusimos nuestro presente, y el futuro de nuestra familia?
¿Entendimos que el principal objetivo de este gobierno, es una severa transferencia de los pocos recursos de los pobres hacia los ricos? Si es así tal vez, sólo tal vez, exista una esperanza, y únicamente la encontraremos en la lucha para extirpar este cáncer que nos arrebata todo, la paz, la armonía y especialmente la salud.