Se retiró María Alejandra Gigena. Una institución en la educación exaltacrucense.
Durante 34 años, trabajó como Directora del Jardín de Infantes “Semillitas” del Complejo Educativo José Manuel Estrada.
La mujer, abocada a su pasión: la docencia, desde temprana edad, supo hacer un culto de su labor. Dedicada, con su cabeza siempre pensando en mejorar para volcar más, mejor formación y educación desde muy pequeños a los chicos, Jandy se caracterizó por sus aptitudes, condiciones y la permanente buena predisposición hacia los chicos, como hacia sus padres y familias, la otra parte fundamental en el proceso educativa. Durante poco más de tres décadas, se desempeñó como Directora del Jardín de Infantes Semillitas. Desde ahí, escribió su tan rica historia en la educación en el distrito.
EPOCA entrevistó a María Alejandra Gigena. Y detrás de cada repaso de su vida, de su inicios y su desarrollo como docente, reflejó las convicciones que transmitió.
-Alguna vez, seguramente, cuando eras chica te habrán preguntado: ¿Qué vas a ser cuándo seas grande?
-Y sí claro, me lo preguntaron y me lo pregunté más de una vez. Cuando estás terminando el colegio secundario, se te plantean interrogantes y uno de los principales es saber “qué vas a estudiar”. Obviamente, allá por 1984, y siendo la menor de cuatro hermanos, no cabía posibilidad de no hacerlo; solía ser tema de charla familiar. Desde ya, yo ya tenía mis sueños de convertirme en profesional y en tal sentido, apuntaba a la abogacía. Mis padres, al no poder costear una carrera universitaria, lo que incluía, obviamente, viajar a la ciudad de Buenos Aires o bien, vivir en la Capital donde, no olvidemos, como tantos lo saben, cada vez se hizo más complicado, así como trasladarse a diario tantos kilómetros en esa época o pagar alquileres de departamentos o pensionados), me propusieron la carrera docente para luego, con un turno de trabajo, poder estudiar lo que anhelaba. Y así fue como inicié mi carrera en la ciudad de Pilar, para años más tarde, en el 86, me recibí de Maestra Normal Superior, primaria, y en 1988 de Profesora de Educación Preescolar, Inicial.
-Estabas lista para comenzar tu recorrido…
-Con mis primeras experiencias tres años seguidos como docente de Primer Grado en el Instituto Verbo Divino, de Pilar, pude darme cuenta de que “eso era lo mío”. Enseñar, si fuera posible, a los más pequeños.
En 1989 volví a trabajar a Capilla del Señor, en la Escuela Primaria n° 12 y en el Jardín de Infantes 901.

Ah!, aquellos comienzos; recuerdo que en el camino, desde mi casa a la escuela, a diario caminaba por la calle Mitre. Un día, en diciembre de 1990, en el frente de una casa particular, donde hoy funciona el restaurant Trevi, vi un cartel colorido que me llamó la atención: “Jardín de Infantes Semillitas…donde la naturaleza crece con vos”, decía. Y bueno, con la curiosidad y osadía que me caracteriza, entré, pregunté, y dejé mis datos pensando acaso en una posibilidad a futuro.
Tiempo más adelante, en allí mismo me recibieron Donato Di Santo y Valentina Figueras, un matrimonio de Pilar que había decidido involucrarse en la educación en Capilla del Señor, montando una institución privada, una alternativa educativa que no que no había en nuestra localidad. Y así, conversamos un largo rato, se interesaron por mi currículum, yo ya contaba con casi cinco años de experiencia y, nada quedó una posibilidad abierta. Fue entonces cuando a mediados de febrero del ´91, Donato golpeó la puerta de mi casa para ofrecerme la Dirección del Jardín.
-¡Que oportunidad!, en nuestro país sabemos desde hace mucho, lamentablemente, que no son frecuentes que se presenten y más aún para trabajar en lo que uno siente y desea; esas posibilidades se dan pocas veces…
-De más está decir que me sorprendió la propuesta, mejor dicho: “me asustó”. Ansiedades, miedo a lo nuevo y la gran inquietud por no saber si iba a poder con esa responsabilidad. Lo hablé con mis padres, y recuerdo el preciso momento en que María, mi mamá, me dijo con su sabia forma de ser: “Las oportunidades llegan pocas veces…no te quedes con la duda. Sino podés o no colmás las expectativas, tu título te permitirá encontrar otras opciones”. Y bueno, acepté, consciente de la labor que me esperaba y con muchas ganas de hacer las cosas lo mejor posible, así inicié mi trayectoria como Directora del Jardín de Infantes “Semillitas”. A los 23 años!, con mi guardapolvo amarillo, con nueve alumnos como matrícula total en esos comienzos, y la incertidumbre lógica por todo lo nuevo que se me presentaba por delante; fueron unos tiempos inolvidables.

–Con el paso del tiempo, quedó claro que el emprendimiento educativo del Jardín Semillitas, iba en serio…
–Desde ya; muy pocas familias apostaron a “Semillitas” en esa etapa inicial; y era algo bastante lógico para la época y para nuestra ciudad, ya que nada aseguraba que la propuesta de la educación privada prosperara; los dueños del Jardín no eran de Capilla del Señor, una directora muy joven. Sin embargo, el paso de los años, permitió que el Jardín fuera creciendo y fortaleciéndose, hasta lograr en el año ´94, que comenzara a funcionar la escuela primaria “Colegio del Sol”.
Épocas de creer mucho, de ilusiones; desde 1996, la sede ha funcionado en el Barrio Alto Norte, en el edificio de la antigua fábrica de zapatos “Palmer”, como muchos seguramente recordarán, hasta que en 1997 se produjo un cambio muy importante. Fue cuando la Asociación José Manuel Estrada, adquirió el Jardín Semillitas y Colegio del Sol, dando inicio así el “Complejo Educativo Estrada” que contó con los tres niveles:: Inicial, Primaria y Secundaria.
-En tu caso, quedó a la vista, que hiciste mucho hincapié y te caracterizaste desde entonces, podría decirse en tres aspectos centrales: Responsabilidad, presencia, comunicación…
-Y, sí; fueron mis premisas de trabajo inclaudicables al asumir el cargo directivo. Siempre tener presente que la responsabilidad era enorme, la importancia de “estar” cada vez que se me necesitara, ya fueran los docentes, los estudiantes, la comunidad educativa, las familias; haciendo foco puntualmente en la comunicación. A mi entender, el contacto con el otro, mirarlo, estar atenta, escucharlo y buscar juntos las respuestas, invariablemente han sido mis pilares básicos, haciéndole sentir a los demás, que estaban en una institución que lo contiene, respeta y trabaja para ofrecerles lo mejor que pueda darle, con la mirada siempre en cada uno de quienes debemos educar.
-La opción fue diferente…
-Siempre he dicho y sostengo que el “Semillitas” sigue siendo una opción diferente. Nunca estuvo, en mí considerar la educación privada como “mejor que”, en modo alguno. Nada más lejos que eso, por el contrario; aprendí mucho de docentes que se desempeñaron en la gestión pública, que no sólo me albergó como alumna sino también como docente como he comentado, e incluso me ayudaron a desempeñar mejor mi función directiva. Para mí, en lo personal, la educación es y será siempre una sola.
Año 2002. Junto a docentes y personal del Jardín.
-A esta altura de tu vida, con una trayectoria estupenda como docente, no podrá obviar pensar en tantas y tantas horas juntas con el personal docente que te acompañó…
-¡Por supuesto, desde ya!, con el personal docente que me ha acompañado a lo largo de estos 34 años de mi labor, la relación siempre estuvo basada en el respeto y el compañerismo, ya que en nuestro trabajo, como en la mayoría, pasamos muchas horas juntas, por lo que siempre ha sido primordial hacer nuestra labor en un clima de cordialidad y camaradería. Y cuidado, si bien, en ocasiones, fue necesario barajar y dar de nuevo, la gran mayoría de docentes que pasaron por el “Semillitas”, se llevaron consigo una valiosa experiencia y gratos recuerdos, algo que por suerte pude percibir y tanto me emocionó tiempo atrás, en el día de mi despedida del Jardín; viví otro momento, muy emotivo, muy intenso.
Siempre tuve claro que la renovación de cargos en la docencia, trajo consigo docentes de nuevas generaciones, en nuestro caso, incluso ex alumnas del jardín tomando la posta como docentes, con una formación basada en corrientes diversas, pero siempre comprometidos a llevar a cabo el ideario institucional.

–Hasta que fuiste cerrando ciclos…
-Con el paso del tiempo, la sociedad, así como creencias, maneras de pensar, actuar, criar niños, entre tantos otros aspectos importantes, ha ido mutando. A mis 57 años, y trabajando a la par de docentes de una generación siguiente, fui dándome cuenta de que, si bien pude transmitirles conocimiento y experiencia, también yo aprendí y me enriquecí con ellas y su formación. Y pensé; y pensé hasta que llegué a tomar la decisión de dar un paso al costado. Entendía que había llegado el momento de cerrar el ciclo, y lo hice en plenitud, sintiéndo íntimamente que dí lo mejor de mí y anhelando claro, que ya sea los chicos, la comunidad educativa, las familias, la Asociación Estrada, hayan percibido lo mismo que yo.
De ahora en más, la gestión directiva en el Jardín Semillitas, va a estar a cargo de Sofía Pereyra, una docente responsable, comprometida con la institución desde hace 12 años, y con la formación necesaria para cumplir con una responsabilidad tan importante. De más está decir que la acompañaré en todo lo que necesite.
-Y ahora, ¿un tiempo sin tiempo?…
-Ahh!, mi vida “después de Semillitas”, me genera sensaciones encontradas. Por supuesto que voy a extrañar, pero viene una etapa de “tiempo sin tiempo”, de descanso, reflexión y por qué no, de ocio. Me he quitado el reloj de la muñeca. De mis 57 años, he estado 38 trabajando en la docencia, 34 en la gestión directiva de “Semillitas”, y puedo asegurar que me retiro plena, conforme por la tarea realizada. Me han hecho sentir muy, muy querida y eso…no puede compararse con nada.
Dicen que “el corazón nunca olvida el lugar donde dejó sus mejores latidos; los míos, por supuesto siempre estarán con mi familia y claro, con el Jardín “Semillitas”.
Es María Alejandra Gigena, “Jandy”, integrante de una entrañable familia capillense. E día que eligió la docencia y más adelante, encabezó como Directora el Jardín de Infantes Semillitas, acaso no imaginó la profunda huella que iba a dejar.