EL MUNDO DE LA JUGUETERÍA ÍNTIMA

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Hace apenas diez años que nació el primer succionador de clítoris, toda una revolución en el mundo de la juguetería íntima, pero ha sido el modelo Pro 2, de la marca Satisfyer, el responsable de sacar del armario todos estos artilugios de alcoba. Nuevos modelos

Circula el mito de que los juguetes sexuales nacieron en los alrededores del 1900 como medicina para curar la histeria a las mujeres. Supuestamente, ellas, de emociones tan inestables como insondables, presentaban mejoría cuando los médicos las masturbaban, así que aquellos magreos eran una cosa de la terapia, no del placer. En lo que ellas alcanzaban el paroxismo histérico (el orgasmo) las manos facultativas se agotaban y voilà, el I+D+i vino a paliar sus agujetas con vibradores.

Suena divertido y la historieta ha cuajado en el acervo colectivo, pero no es real, como tampoco lo era la existencia de esa enfermedad femenina llamada histeria. Así lo ha repetido la periodista e historiadora sexual Hallie Lieberman, quien en 2020 quiso dar carpetazo definitivo a ese fake, que infantilizaba las mujeres con un artículo en The New York Times.

Sí es cierto, sostiene, que el doctorbritánico Joseph Mortimer Granville inventó el vibrador a principios de la década de 1880, pero se usaba para tratar dolencias masculinas. Poco después estos cacharros se comercializaron para todos los públicos, con los augurios más peregrinos: prometían desde quitar arrugas a curar la tuberculosis. El uso sexual no se contemplaba y, para más inri, se desaconsejaba.

Afirma Lieberman que fueron las propias mujeres, “nuestras tatarabuelas”, quienes décadas después empezaron a sacarle partido concupiscente a esos vibradores y que en la década de los 70 comenzaron a utilizarse en talleres sobre masturbación femenina. Y lapida: “La historia real no es tan escabrosa como el mito, pero tiene un punto importante a su favor: resulta ser cierta”.

Después de esta apropiación, siguieron décadas de oscuridad, en las que los juguetes sexuales eran carne de secreto y de compras clandestinas en sexshops más clandestinos todavía. Poco a poco fueron saliendo del armario vibradores, consoladores y compañía, hasta que su uso se ha ido normalizando.

2016, hito clave

Satisfyer, el producto de una marca alemana.

En este camino, 2016 es una fecha clave: nace Satisfyer, una marca alemana con especial predicamento en países como EEUU, Alemania, Australia, Canadá, México y España. La firma cuenta con distintos productos en su catálogo entre los que destaca el Pro 2 Generation 2, su joya de la corona. La marca, como parte de una industria en auge, está en constante evolución y tiene ahora dos novedades con los que nutrir al mercado: el Pro 2 Kiss, que imita una barra de labios, y el Pro+ Wave 4, que estimula el punto G con tecnología robótica.

Pero el artilugio primigenio prácticamente ha fagocitado no solo a sus compañeros de empresa (cuenta con más de 200 referencias distintas), sino que se ha instalado en el discurso cotidiano frente a otras firmas con una hegemonía arrolladora. Cuesta menos de 30 eurosy de él se han vendido más de 30 millones de unidades en todo el planeta, lo que lo ha convertido en el superventas del ramo. Según la marca, cuenta con medio millón de reseñas positivas de consumidores a nivel mundial. Hablan de él las chavalas (mujeres jovenes); las madres; las abuelas. Ni siquiera es ya original disfrazarse de Satisfyer en Carnaval, así que si lo tiene en mente, llega tarde.

Lista de espera

Aunque se ha extendido la idea de que el estimulador de clítoris de Satisfyer es un succionador, desde la marca precisan: “No crea literalmente una succión, pero utiliza un suave y efectivo aire pulsado que sí recrea esa sensación”. Así, estimula el clítoris de forma indirecta mediante ondas de presión y sus resultados, según reseñas de Amazon, son: “Tremendo”, “En dos o tres minutos estás apañada”, “Este chisme es un mustAunque ojo, también hay otras que hablan de “decepción” frente a las expectativas generadas, de que “causa dolor”, que es “demasiado flojo” o de que es ruidoso como “un helicóptero”.

El culmen del agradecimiento, nos cuenta Satisfyer, podría ser el caso de una tatuadora de Países Bajos que, ni corta ni perezosa se grabó en la piel para siempre el Pro 2 para conmemorar su primer orgasmo.  “Este gesto es un símbolo poderoso de lo personal y significativo que se ha vuelto nuestro producto para muchas personas”, añaden.

Dicen los expertos que estudiar la anatomía de un orgasmo es complejo, en tanto que lo es meter el clímax en un laboratorio. La industria juguetera está en constante evolución y saltan al mercado nuevos dispositivos que siempre prometen más y mejor. Después del trabajo de diseñadores de producto y sexólogos, ¿cómo y quién prueba los cacharros? Cientos de participantes evalúan los aparatos y sus experiencias se recogen en encuestas detalladas. “Se analiza hasta el más mínimo detalle para modificar los prototipos hasta alcanzar la perfección”, explica Melanie Eichhorn, educadora y sexóloga en Satisfyer. Los trabajadores de la firma también los testean y, atención, esta oportunidad está abierta a sus amigos. “Actualmente tenemos 500 personas en lista de espera solicitando unirse a nuestro programa de pruebas”, afirman.

Un mito

Eichhorn responde a una de las acusaciones que se les hace a este tipo de juguetes: que su uso desensibiliza el clítoris. Horreur. “Es un mito. Los dispositivos de Satisfyer no desensibilizan las terminaciones nerviosas”, asegura. Lo que sí puede suceder, reconoce es que se produzca en algunos casos un “efecto de habituación, que tiene más que ver con la rutina que con el producto en sí”.

Ella insiste en algo que otras sexólogas ajenas a la compañía ratifican: “Si alguien siempre alcanza el orgasmo de la misma manera -ya sea con un juguete, con la mano o por cualquier otro método- el cerebro y el cuerpo se acostumbran a ese camino como el más rápido hacia el placer”. A la hora de utilizar otra alternativa, “es posible que se necesite un poco más de tiempo para llegar al mismo nivel de excitación”. El remedio es fácil: “Mantener una masturbación variada para romper la rutina”, concluye la educadora.

¿Cuánto y con quién se usan realmente gadgets en la cama? Según datos de una encuesta realizada el año pasado por la firma de bienestar sexual Womanizer, madre del primer succionador de clítoris, casi la mitad de las mujeres de entre 18 y 52 años ha utilizado alguna vez juguetes sexuales con su pareja. El 44% de las preguntadas, que pertenecen a 11 países diferentes, afirmaron guardar entre uno y tres dispositivos en su mesa de luz.

¿Qué ha pasado para este boom de los juguetes en general y del Satisfyer en particular? Miren Larrazabal, psicóloga, sexóloga en el Instituto Lyx y miembro del comité científico de La academia, el espacio de educación sexual de la plataforma Platanomelón.com, señala al cambio de la mentalidad coitocéntrica y al trabajo divulgativo de los profesionales: “Hemos desgenitalizado el sexo y hemos incidido en los juegos eróticos, en pareja o a solas, y en el uso de juguetes para ampliar experiencias”. También, dice, han incluido los dispositivos en las consultas para tratar anorgasmias, con el objetivo de experimentar orgasmos más rápido que con la masturbación manual.

Sara Rippert, directora del Museo de la Erótica de Barcelona, reconoce que gracias al satisfyer, hay “personas más abiertas a entrar [en la tienda del museo] y a preguntar”. “Se saben ese nombre y no se sienten ignorantes para dar el primer paso y luego explorar otros juguetes”, cuenta.

Por su parte, Beti Badia, directora de La Academia, cree que el éxito de succionadores como el Satisfyer se debe a “un precio accesible y a un diseño atractivo, puesto que la mayoría de juguetes tenían una estética más realista y fálica”. Y añade: “Todo esto coincidió con un auge en el discurso sobre la sexualidad femenina y la masturbación sin tabúes y su introducción en la cultura popular mainstream, con 50 sombras de Grey, Sexo en Nueva York, etc.”, remata.

Este contexto social y sus rotundas ventas son los pilares por los que el Satisfyer Pro 2 ha dado nombre a su categoría, como ha pasado con los kleenex o los chupachups. Nacho Somalo es profesor de márquetin en OBS Business School y sobre este fenómeno sentencia: “Entre otros motivos, pudo colonizar su categoría porque en la sociedad ya se podía meter en las conversaciones e, incluso, hacer chistessobre él. Así es como se recuerdan los nombres”. Desde la propia firma alemana, añaden como factores clave para llegar a una audiencia tan amplia la elegancia del diseño, el “boca a boca” entre las usuarias y sus apariciones en medios de comunicación desde la perspectiva de la normalidad.

 

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