Los relatos en Infobae en vivo mostraron el impacto duradero del cautiverio y la importancia de la red de contención que se forjó en las adversidasd.

La liberación de los veinte rehenes por parte de la organización terrorista Hamas provocó una oleada de emociones en todo el mundo, pero especialmente entre quienes acompañaron de cerca la larga espera.
En ese sentido, Gustavo Rapaporte, amigo personal de Iair Horn, uno de los argentinos liberados hoy tras meses de cautiverio, describió en diálogo con Infobae en Vivo cómo vivió la noticia, la incertidumbre de estos dos años y el proceso de esperanza y oscuridad que marcó a las familias y amigos de los secuestrados: “Fue una noche larga, una oscuridad con muchas etapas diferentes”, resumió sobre el proceso de espera y liberación.
Rapaporte relató que la madrugada en la que se conoció la liberación fue intensa y plagada de ansiedad. “Estuvimos ahí todos esperando y conectados, viendo por distintos medios, donde mucha gente transmitía en vivo, especialmente desde la plaza de los secuestrados. Y también hablando con la familia”, contó. El recuerdo de los fallecidos también estuvo presente: “Todavía estamos esperando la evolución de los cadáveres, que entiendo que será un proceso más largo”.
Durante esos meses, la incertidumbre y el miedo marcaron la cotidianidad de familiares y amigos de todos los secuestrados por Hamas. “Es una noche larga, una oscuridad con un montón de momentos y etapas distintas”, reflexionó Rapaporte. Para él, el período de casi dos años fue una sucesión de obstáculos emocionales, donde el primer año estuvo dominado por la preocupación y la confusión absoluta. “Fue el shock y el golpe inicial no solo por mis amigos, o lo que pasó en el kibutz, sino por todo lo que pasó en Israel”, comentó.
Con la liberación de Iair Horn, la familia cierra finalmente una etapa marcada por la resiliencia. Yair pasó 498 días en cautiverio, mientras que su hermano Eitan completó 732 días. “Impensado”, señaló Rapaporte, quien recordó su reciente paso por Israel donde visitó a la familia Horn. “Hace poco menos de dos meses estuve en Israel, estuve con Yao todo el tiempo que pude. También con Amós, el tercer hermano, pero no pude ver a los padres. Era una nebulosa: una alegría por poder ver a mi amigo, pero la preocupación por el hermano que seguía secuestrado”, relató.
Ahora, tras confirmarse la liberación, la familia y los amigos intentan reconstruir una cotidianidad diferente: “Creo que recién hoy estamos respirando todos y empieza otra etapa para la familia, para los amigos, para la gente cercana y esperemos que para toda la región”. La dimensión colectiva del desenlace también fue subrayada por él: “Hoy cierra un capítulo de toda esta historia. Ahora habrá que trabajar para que no se vuelva a repetir”.
Uno de los aspectos emocionales más profundos que abordó Rapaporte fue el trabajo personal de los sobrevivientes. En este punto, describió el impacto psicológico que sufrieron Iair y su hermano durante el cautiverio y la importancia de abrir una etapa de sanación tras la liberación. Consultado sobre el estado anímico de Iair tras quinientos días en cautiverio, el amigo explicó: “Hoy cierra un capítulo importante para él, por la evolución de su hermano y porque puede centrarse en su propia recuperación. Cuando salió, todo lo que hacía tenía que ver con colaborar y facilitar la vuelta de Eitan. Ahora, con ese capítulo cerrado, es un momento de reflexión, lindo para él, para la familia y para todos de volver a encontrarse”.
Ante la consulta sobre cómo se sostenía la esperanza, Rapaporte fue honesto: “Siempre traté de ser optimista, pero la verdad es que en el último tiempo el panorama era muy oscuro. Hablaba con mis amigos y conocidos y hace diez días era impensado este desenlace, más que nada por la liberación de todos los veinte secuestrados vivos y juntos”.
Respecto al dolor de las familias que aún esperan respuestas, apaporte resaltó: “Muchos están esperando la entrega de los cadáveres. Hay veintiocho familias que todavía lo están esperando”. Estas palabras revelan que, aunque la liberación trajo alivio para algunos, la tragedia sigue vigente para muchos.
El testimonio también repasó la fortaleza de los padres de Iair. “Por suerte ninguno de nosotros puede ponerse en el lugar de Itzik ni en el de Ruthi, la mamá. Ella siempre se mantuvo muy optimista. Pueden ver cualquier entrevista que le hicieron; siempre contaba cómo hablaba con sus hijos, aun cuando estaban los dos secuestrados. Es una situación tremenda, inimaginable. Hoy por lo menos cierra un capítulo de toda esta historia”.
Nota y fotos publicada en Infobae.com



