LA SOJA, LA TAN COMPLICADA RELACIÓN CON EL CAMPO.
La nota publicada en el diario La Nación.
En el contexto de la creciente incertidumbre económica, la soja está otra vez en el foco de la atención pública. Lamentablemente no es por el potencial inexplorado del cultivo y todo lo que podría dar si no hubiera limitaciones. Es porque frente a la caída estrepitosa de las reservas del Banco Central y a la escasez de dólares se apunta a la oleaginosa del ciclo comercial 21/22 que todavía no fue vendida.
El dato de que hay una desaceleración de las ventas respecto de la campaña pasada por unos 4,1 millones de toneladas, que representarían unos US$1200 millones, da pie a distintas reacciones y especulaciones.
Otra visión, más racional, podría ser aquella que expresaron los exportadores que sugirieron una baja de los DEX como hizo el exministro Martín Guzmán hace dos años para incentivar las ventas de la oleaginosa. Más complejo sería el lanzamiento de un bono que pueda utilizarse para comprar insumos. En esa línea se inscribe también el plazo fijo del Banco Nación con tasas adicionales para cubrirse de una eventual devaluación.
Estas propuestas, en todo caso se constituyen en atajos que no resuelven el problema principal: la incertidumbre macroeconómica. Esto se ve reflejado en la brecha cambiaria. Hasta la semana pasada, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) la había calculado en un 126%, la cifra más alta desde el desdoblamiento cambiario de 2019.
Quienes creen que son dueños de la soja y no han puesto un solo centavo en la siembra del cultivo omiten los factores de riesgo que pesan sobre la decisión de quien produce. Se está viendo en los últimos dos meses que el valor de la oleaginosa en el mercado local (disponible) se redujo un 9,2%. En un contexto internacional cada vez más complejo -por la suba del dólar y la recesión de las economías de los países más desarrollados- no es descabellado encontrarse con un horizonte bajista en los precios. ¿Ahí van a aportar algo los que hoy despotrican contra la soja guardada en silobolsas? Como siempre, socios en las ganancias, pero nunca en las pérdidas.
Insumos
A esto, también, se suman factores como la suba de costos de los insumos. Según un informe de la consultora Zorraquin+Meneses, “los costos para sembrar una hectárea han aumentado entre 30% y 50% respecto de la campaña anterior”. De igual forma, los alquileres “han aumentado un 10% en promedio, complicando al que siembra o produce y favoreciendo este año al dueño de la tierra”.
En este escenario se suman otros cambios más estructurales como el de la diversificación de cultivos, con un mayor peso de los cereales que amplía la estrategia comercial en los planteos agrícolas.
Con un tipo de cambio único, economía estabilizada y presión impositiva razonable, es decir, condiciones que existen en los países vecinos, las preocupaciones deberían ser otras: cómo mejorar la logística, cómo agregar valor o como ingresar más rápidamente en la revolución tecnológica de la agricultura digital. Una mirada al futuro y no al pasado.