LA CONMOCIÓN PERSISTE, MIENTRAS AVANZA LA INVESTIGACIÓN Y PESE A TODO, ENTRE EL OFICIALISMO Y LA OPOSICIÓN SE SIGUEN LANZÁNDOSE DURAS CRÍTICAS.
Fernando Sabag Montiel. Tedi.
Se supo que frecuentó la escena del death metal. Quienes lo conocieron en su barrio, Villa del Parque, lo definen como errático, inconstante y camaleónico, proclive a decir “cosas insensatas”. La costumbre de esperar a músicos famosos en hoteles.
En ese circuito, también entre sus conocidos, “Tedi” se volvía una presencia incómoda. Les relataba sus supuestas experiencias paranormales con lágrimas en los ojos, les mostraba la piel de gallina al hablar. Insistía con viajar a Uruguay, decía que allí la pasarían genial, que tenía departamento y dólares. En los recitales, se paraba en medio de las ruedas frenéticas de pogo, en medio del torbellino, con la mirada perdida.
Sus posteos con mensajes insensatos en redes sociales eran constantes, casi como sus cambios de imagen y estilo, entre camisas y anillos, o, más recientemente, con tatuajes con símbolos tomados de la estética del nazismo esotérico, algo que sorprendió a sus viejos conocidos, porque nadie lo tenía por nazi.
A fines de agosto, “Tedi” tuvo sus cinco minutos de polémica en Crónica TV. Acompañaba a una joven que decía ser su novia, mientras vendía algodones de azúcar. La joven decía que ya no cobraba planes sociales, que no estaba a favor, porque era “fomentar la vagancia”. En Facebook, en su muro, relató sus enfrentamientos con “las mafias de coperos peruanos”, vendedores de algodón de azúcar sumamente territoriales. Habló de sus peleas a golpe de puño con ellos.
Una primera versión que provino también de altas fuentes en organismos de seguridad afirmó que la pistola era apta para el disparo.
La Policía Federal también allanó el monoambiente de San Martín donde vivía actualmente. Un vecino lo delató en la comisaría del barrio al ver su cara en televisión. Le encontraron 100 balas repartidas en dos cajas, según fuentes del expediente.