TASA A LOS GASES DE LAS VACAS. PROYECTO DE LUCÍA KLUG. DE DIPUTADA A CONCEJAL…

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La diputada provincial kirchnerista y militante del movimiento Patria Grande que responde al controversial Juan Grabois, quien la insertó en la lista de candidatos a diputados, de inminente alejamiento de su cargo en la legislatura provincial, prontamente asume como concejal a sumarse al Concejo Deliberante de Exaltación de la Cruz, luego de resultar electa por el oficialismo también propuesta por Grabois, en el marco de las ásperas negociaciones habidas para el armado de la lista.
Es impulsora del polémico proyecto que ha generado revuelo, hilaridad y fuerte rechazo. Apunta a fijar una tasa a la emisión de gases vacunos con el fin de reducir el impacto ambiental de la ganadería.
La diputada Lucía Klug  de 28 años, impulsa un proyecto para crear la Tasa Ambiental sobre el Metano en Buenos Aires (TAMBA), destinada a gravar las emisiones generadas por la ganadería. La iniciativa despertó un rechazo inmediato de la la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap).
La mujer es desconocida para la inmensa mayoría de vecinos, vive en la zona de Parada Robles, lindante con Luján, ciudad donde estudió y ha desarrollado principalmente sus actividades,  incluso políticas.

Klug, de UxP, señaló que se trata de un tema ampliamente discutido en convenciones internacionales y respaldado por estudios científicos: el metano es la cuarta emisión antropogénica más relevante y genera una problemática ambiental creciente.

“El debate es complejo porque no estamos frente a una emisión ‘artificial’, sino ante procesos que, aunque naturales, se ven potenciados por la producción ganadera, que además es la base de alimentación de la mayoría de la población. Ahí aparece una tensión permanente entre el derecho a la alimentación y una producción que también tiene impactos ambientales negativos”, explicó.

“En muchos de los comunicados —como el de CARBAP, por ejemplo— se puso el foco casi exclusivamente en la cuestión tributaria. Pero este proyecto no es una medida fiscalista. No apunta a recaudar por recaudar, sino que es una herramienta ambiental”, indicó.

“Lo que buscamos es promover mecanismos de responsabilidad extendida del productor, que ya se aplican en numerosos sectores. La lógica es simple: aquello que producís y ponés en el mercado, si genera un impacto, tiene que ir acompañado de medidas para mitigarlo. Eso puede tomar la forma de una tasa, sí, pero también de otras acciones que reduzcan emisiones. Y existen muchos ejemplos. Uno muy exitoso es el de un feedlot en Coronel Rosales —una de las actividades que más gases genera— que logró reconvertirse en una planta de biogás”, dijo Klug.

“Ese es el camino: fomentar la adopción de tecnologías y prácticas que reduzcan las emisiones de metano. El objetivo final es mejorar el ambiente, algo que incluso beneficia a la propia actividad ganadera, porque los efectos del calentamiento global también perjudican la producción de alimentos. Si no empezamos a actuar, entramos en un ciclo sin salida”, agregó.

Fuente: Diario La Nación e Infobae.com

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