PRESTÁ ATENCIÓN Y A CUIDARSE.

En el Día de la Salud Mental, el equipo del municipio abocado a la problemática dentro la Secretaría de Salud, convocó a reflexionar sobre semejante problemática.

Mirá el video:

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido el Día Mundial de la Salud Mental (10 de octubre) con el fin de visibilizar la temática, haciendo hincapié en la necesidad de acotar la brecha en el acceso al cuidado en salud mental y con ello propiciar un abordaje integral de la salud.

Todas las personas –niñas, niños, adolescentes y adultos o adultas– pueden transitar situaciones de padecimiento mental. Y pueden presentarse como transitorias o duraderas, variando en su presentación y contexto, y requerir diversos dispositivos o estrategias de acompañamiento, cuidado y atención. En el escenario actual, la pandemia tiene un fuerte impacto en lo social y en lo económico, así como en la subjetividad y la salud mental de la sociedad. Esto genera angustia, impotencia e incertidumbre, y plantea grandes desafíos ligados a la situación de aislamiento social.

La depresión es el trastorno mental que más afecta a la población y es, además, una de las principales causas de discapacidad en el mundo. Aunque es una enfermedad tratable, seis de cada diez personas que la padecen en América Latina y el Caribe, no buscan o no reciben el tratamiento que necesitan.

En el marco del Día Mundial de la Salud Mental, la Organización Panamericana de la Salud/ Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) se unió a la Federación Mundial por la Salud Mental (WFMH, por sus siglas en inglés) para generar conciencia sobre este trastorno que afecta a más de 350 millones de personas de todas las edades en el mundo.

En América Latina y el Caribe afecta al 5% de la población adulta. “Se trata de un trastorno que puede afectar a cualquier persona en algún momento de su vida, por lo que debe ser atendida y apoyada psicológica y socialmente”, afirmó el Asesor Principal en Salud Mental de la OPS/OMS, Jorge Rodríguez.

Además de condicionar a la persona enferma, la depresión también afecta a su entorno familiar y comunitario. En el peor de los casos puede llevar al suicidio. Casi un millón de personas se quitan la vida cada año en el mundo. En las Américas son alrededor de 63.000. “En términos humanos significa sufrimiento y en términos económicos implica importantes costos para las familias y para los Estados”, consideró Rodríguez.

“La depresión, una crisis global” es el lema elegido para este año, y aboga por reconocer a la enfermedad y afrontarla. Ante el estigma que padecen quienes la sufren, muchos ocultan su depresión o no hablan de ella y hasta no se tratan. La OMS elaboró una campaña que incluye folletos y un video sobre “el perro negro de la depresión”, con el fin de llamar la atención sobre este problema de salud pública.

La proporción de personas enfermas que no reciben atención alcanza entre el 60 y el 65%. La falta de servicios apropiados, de profesionales de la salud capacitados especialmente en la Atención Primaria, y el estigma social asociado a los trastornos mentales son algunas de la barreras para el acceso a una atención adecuada, además de la necesidad de mejorar la capacidad de identificación y tratamiento temprano de la depresión. En la región, se calcula que el porcentaje del presupuesto sanitario destinado a salud mental es inferior al 2% y de este, el 67% se gasta en hospitales psiquiátricos.

La depresión es más común en las mujeres que en los hombres. Entre dos y cuatro de cada diez madres de países en desarrollo sufren de depresión durante el embarazo o postparto.

Esta enfermedad tiene buen pronóstico si se trata a tiempo y de manera apropiada. Hay depresiones ligeras, moderadas y severas, y su causa es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y biológicos. Sin embargo, “hay que borrar la idea de que toda depresión va a necesitar tratamiento medicamentoso. Los casos ligeros y aún algunos moderados pueden ser solucionados, básicamente, con apoyo social, familiar, psicoterapias breves u otras formas de intervención psicosocial que pueden ser realizadas por médicos de atención primaria de la salud o por organizaciones de la comunidad que brindan apoyo a las personas”, indicó Rodríguez.

Del 16 al 18 de octubre de este año, la OPS auspició una Conferencia Regional de Salud Mental en Panamá, donde se discutirán diversos temas, entre los que se destaca la evaluación de los sistemas de salud mental en los países de América Latina y el Caribe, así como también la discusión del primer borrador del Plan Global de Acción en Salud Mental que se presentará en la Asamblea Mundial de la Salud en 2013. Participarán profesionales del campo de la salud mental y otros actores claves de diversos países, incluyendo representantes de instituciones académicas, centros colaboradores de la OPS/OMS, organizaciones no gubernamentales, así como representantes de movimientos de usuarios y familiares.

La Federación Mundial de la Salud Mental inició en 1992 la celebración de este día mundial que en 2012 celebra su vigésima edición. Este año, la OPS cumple 110 años y es la organización internacional de salud pública más antigua del mundo. Trabaja con todos los países del continente americano para mejorar la salud y la calidad de la vida de las personas de las Américas y actúa como la Oficina Regional para las Américas de la OMS.

Cifras sobre salud mental y depresión
•    Se calcula que el 25% de las personas padecen uno o más trastornos mentales o del comportamiento a lo largo de su vida.
• Los trastornos mentales y neurológicos representan el 14% de la carga mundial de enfermedades a nivel mundial y el 22% a nivel de América Latina y el Caribe.
• Más de 350 millones de personas de todas las edades sufre de depresión globalmente. En América Latina y el Caribe la padece 5% de la población adulta.
• Entre 60% y 65% de las personas que necesitan atención por depresión en América Latina y el Caribe no la reciben.
• Un millón de personas mueren cada año en el mundo por causa del suicidio; en las Américas alcanzan alrededor de 63.000.
• La depresión es el trastorno mental que más afecta a la población en el mundo.
• Entre los trastornos mentales en América Latina y el Caribe, la depresión es la más común (5%), seguida por los trastornos de ansiedad (3,4%), la distimia (1,7%), el trastorno obsesivo compulsivo (1,4%), trastorno de pánico y psicosis no afectivas (1% cada una), y trastorno bipolar (0,8%), entre otros.
• Entre 20% y 40% de las mujeres de los países en desarrollo sufren de depresión durante el embarazo o postparto.
• El porcentaje del presupuesto sanitario destinado a salud mental en la región es inferior al 2% y de este, el 67% se gasta en los hospitales psiquiátricos.
• El 76,5% de los países de America Latina y el Caribe informaron que cuentan con un plan nacional de salud mental.

Y en el marco de la pandemia que tanto nos ocupa y preocupa, la misma resignifica la importancia del acceso al derecho a la salud y a la salud mental sin discriminación, poniendo el foco en el sistema de salud. En nuestro país, nos encuentra a casi diez años de la sanción de la Ley Nacional de Salud Mental N.° 26.657 (sancionada en el 2010 y reglamentada a través del Decreto Presidencial 603/2013), que junto con la aprobación del Plan Nacional de Salud Mental 2013-2018 (Resolución 2177/2013, Ministerio de Salud de la Nación), configuró un nuevo escenario en el campo de la salud mental de nuestro país.

Esta ley constituye un paso muy importante hacia un cambio de paradigma, ya que garantiza el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas y el pleno goce de los derechos humanos de aquellas con padecimiento mental que se encuentran en el territorio nacional (artículo 1). Es una ley que avanza en adecuar la legislación nacional a los estándares internacionales de derechos humanos que poseen jerarquía constitucional en nuestro país desde 1994, y a la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, ratificada en 2008 y con jerarquía constitucional desde 2014.

Retoma las luchas históricas de los colectivos por la salud mental y los derechos humanos, resignifica el escenario de la salud mental y abre paso a un proceso de transformación que convoca a la sociedad a repensar colectivamente las políticas, representaciones y prácticas.

Asimismo, se enmarca en el concepto del derecho a la salud y define a la salud mental como “un proceso determinado por componentes históricos, socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona” (artículo 3).

Desde el Estado, es una prioridad actual dar impulso a políticas que favorezcan el acceso pleno al derecho a la salud mental, así como la protección de los derechos de las personas con padecimiento mental o discapacidad psicosocial, tanto las que están viviendo en sus casas como las que continúan en situación de encierro. Por un lado, fortaleciendo el sistema de salud, sus equipos, recursos y estrategias, para garantizar una red de salud mental basada en la comunidad con servicios universales, integrales y de calidad, con el fin atender las demandas. Por otro, definiendo e implementando políticas y acciones intersectoriales (sociales, económicas, laborales, educativas, entre otras) que favorezcan la inclusión plena de las niñas, los niños, jóvenes y adultas/os con padecimiento mental. No solo para garantizar un abordaje integral sino también para construir una subjetividad colectiva significativamente inclusiva y cada vez menos discriminatoria.

En el Día Mundial de la Salud Mental, el INADI reiteró el compromiso de continuar trabajando en pos de la igualdad y la no discriminación en el acceso al derecho a la salud mental para todas las personas, particularmente aquellas que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad, como es el caso de las personas con padecimiento mental o discapacidad psicosocial. Aunando así, acciones desde el Estado Nacional y las diferentes jurisdicciones con el fin de retomar el proceso de transformación política, social y cultura, con perspectiva de derechos humanos y no discriminación en el campo de la salud mental, y avanzar en la plena implementación de la Ley Nacional de Salud Mental N.° 26.657, el cierre de manicomios y el fortalecimiento de la Red de Salud Mental basada en la comunidad y en la inclusión plena de todas las personas

 

 

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