EL TESTIMONIO DE LO PADECIDO POR UNA VECINA.
Marta San Martín, le contó a EPOCA, el lamentable episodio vivido, sumamente perjudicial, que ha reiterado situaciones vividas en los últimos tiempos en cuanto a inseguridad.
“Le comento que el día 8 de octubre, tipo 11.30 de la mañana, paseando mi mascota me intercepta una mujer boliviana o peruana que empieza a hablarme de “mamasita”, “madre tierra” y “pachamama”, “pájaro carpintero” y me sensibilizó por lo que le pasaba. Me dijo que no quería volver más a San Antonio de Areco porque el patrón le había pegado”
“En ese momento -siguió diciendo la preocupada vecina- aparece una chica que como no sabia leer y escribir, pedía que la ayudaran. La chica le habló de una pensión. Esto ocurrió en la calle H Irigoyen y Estrada. Entonces decide buscar su bolso que lo tenia en la remseria La Estación. Así, tomamos por la calle 14 de Setiembre, Plaza de la Concordia, y por mi casa en la calle Benjamin Bravo. Una vez que estuvimos en mi casa, me pide ir al baño y se van. Yo hago un pedido a la rotisería y como no me alcanzaba la plata que tenía len la billetera, recurrí al dinero que tenía debajo de un monedero sobre la cómoda”.
En ese instante, la vecina se da cuenta “que me había robado $ 16.700. No atiné a nada, sólo llorar. Al día siguiente, el sábado 9 voy a la comisaria y allí me indican que habia que rastrear las cámaras que hay colocadas en las calles. El Jefe de Calle se pone en contacto y me dice que el dia martes o miércoles nos reuníamos”.
“Bueno –apuntó la señora- ese martes ocurre lo de Abrigo (robo muy comentado que tuvo lugar en casa del mencionado vecino en Pavón). Llamo a la comisaría y me avisan que se había ido a Pavón. En fin, al día de hoy (18/10) sigo con las manos vacías; yo entiendio las prioridades que hay, pero el caso mío viene de días anteriores y lo de Abrigo pasó después. Intenté hablar con el intendente y me dijo que hablara con una persona que no era su secretario y ni alguien de importancia que pudiera escucharme lo que me había ocurrido”.
“La verdad, me siento triste –reconoció la mujer- en mis 78 años de vida nunca vi nada igual. Había cobrado y ese dinero era para pagar el teléfono, el cable y la alarma. No entiendo como puede estar pasando esto, yo adoro Capilla. Pero bueno, lamentablemente lo que vivimos no es sensación la inseguridad. Acomodo algunas cosas pendientes y me voy de Capilla”